En O Porriño había hoy sardinas de la ría. Todavía no es tiempo, a esta altura del año deberían nadar profundas, porque la sardina sube del fondo cuando el agua se calienta en primavera. Acaso el calentamiento de febrero las confundió.
Pero me gustan tanto que no resistí la tentación de probarlas. No estaban mal, aunque no estaban bien. Fue una tentación.
Las sardinas se deben comprar fresquísimas, salarlas con sal gruesa para que endurezcan y, sin destriparlas ni escamarla, asarla a la plancha o a la brasa el mismo día. La sardina no aguanta fresca.
Si se van a consumir después de 24 horas de compradas, hay que destriparlas, escamarlas y descabezarlas. Ponerles sal gruesa y guardarlas entre papel de cocina.
Ya volveremos sobre la sardina en época más propicia, pero fue lo que tocó hoy y aquí están.
Si se van a consumir después de 24 horas de compradas, hay que destriparlas, escamarlas y descabezarlas. Ponerles sal gruesa y guardarlas entre papel de cocina.
Ya volveremos sobre la sardina en época más propicia, pero fue lo que tocó hoy y aquí están.
La receta
Extractor en marcha. Plancha caliente y un hilo de aceite sobre ella.
Las sardinas estarán esperando escurridas y saladas con sal gruesa.
Van a la plancha. La mejor manera para voltearlas es con una espátula.
Para ajustar el punto de cocción, lo mejor es fiarse del color dorado de la piel.
Una sugerencia para los que le molesta el olor a sardina al hacerlas a la plancha; utilicen el “grill” del horno. Pongan las sardinas en la parrilla acérquenla al “grill” encendido, este actuará como una brasa. A media cocción, denle la vuelta. Las acompañamos con una ensalada de lechuga muy abundante.
Las sardinas estarán esperando escurridas y saladas con sal gruesa.
Van a la plancha. La mejor manera para voltearlas es con una espátula.
Para ajustar el punto de cocción, lo mejor es fiarse del color dorado de la piel.
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