La Pascua
La Pascua es una fiesta de olores renovados, primaveral. En la etimología de la palabra encontramos su significado: pascua (pasto, comida por la terminación de la Cuaresma) < lat. vulg. pascŭa, este del lat. pascha, este del gr. πάσχα, y este del hebr. pesaḥ, influenciado por el lat. pascuum, lugar de pastos, por alusión a la terminación del ayuno) Es decir, pascua viene a significar comida. La Pascua rompe con el ayuno de la Cuaresma y representa la alegría por la resurrección de Cristo y la promesa de abundancia que nos trae la primavera.
Mona de Pascua
En este momento de renovación, los padrinos regalan a sus ahijados una rosca adornada con huevos; esta rosca recibe diferentes nombres en España: opilla, rosca pascual, hornazo o mona, pero responde al mismo rito.
El término “mona” deriva del árabe hispánico máuna que significaba “provisión de alimento” y también era el nombre del regalo que los moriscos súbditos hacían a sus señores. Ya sabemos a dónde nos envían cuando nos mandan “a freír monas”… a hacer de pasteleros. La masa evolucionó de masa de pan a masa dulce o incluso a la ausencia de masa, pero nunca faltaron el o los huevos.
La mona llevaba tantos huevos como años tenía el ahijado. Se regalaba hasta que el ahijado hacía la primera comunión, entonces se hacía a los 12 años, por lo tanto tenía un máximo de doce huevos o trece, que se ponía uno de más para marcar de manera especial esta última rosca.
A finales del XIX las monas pierden su sencillez, evoluciona la masa y el huevo se decora y evoluciona a figuras que la habilidad de los pasteleros complica para su lucimiento, se chulean un poquito.
Esta moda propia de Cataluña y Valencia, se extendió por toda España.
Simbolismo del huevo y masas circulares
La Iglesia prohibió desde el siglo IX al XVIII el consumo de huevos durante la Cuaresma por ser considerados carne al ser su embrión. Las casas los acumulaba durante los cuarenta días y se consumían en Pascua, por cierto, el Sr. cura en Galicia visitaba las casas y las bendecía; a él se le regalaban huevos también.
Pero es que el huevo es un elemento cargado de significado: simboliza la vida nueva; es el embrión, la reproducción.
Reciba el nombre que se quiera, siempre hay una masa horneada en forma de círculo o semicircunferencia que contiene uno o varios huevos; incluso la masa desaparece pero el huevo permanece y es a este o a las figuras en que evoluciona se le continúa llamando mona.
Cuando la mona reproduce una figura banal, pongamos por caso una casita o un jugador de fútbol, el primitivo simbolismo se pierde y el ahijado acaba por comerse el chocolate y no hay significados ni simbolismos que valgan, se está comiendo a Rodolfo Chiquilicuatre.
De unos años a esta parte se han recuperado en Cataluña las monas tradicioneles y así las podemos ver en muchos escaparates
Madrinas, padrino y los ahijados
Volviendo a los personajes antes mencionados. El padrino, sponsor en latín, era el que en los primeros tiempos del cristianismo avalaba la formación doctrinal del catecúmeno. A él se le preguntaba si aquella persona había recibido la formación religiosa.
En la actualidad se les pide que estén dispuestos a ayudar a los padres, en caso necesario, a que el recién nacido reciba la educación y formación religiosa debida. Se exige que el niño sea apadrinado como mínimo por una persona, si es una, ha de ser un hombre, y no pueden ser los padres; han de ser parientes o amigos de los padres
La rosca o mona es el regalo que los padrinos ofrecen a los ahijados el domingo o lunes de Resurrección.
El presente se hace estrictamente hasta que el ahijado tiene uso de razón, es decir, comulga por primera vez y se considera que su formación religiosa ha sido completad. Tendría para el creyente un doble significado: deber del padrino hacia el apadrinado y un símbolo adoctrinador que los padrinos hacen llegar al discípulo; recuerda que debes renovar y vivir tu fe y nosotros estamos aquí para ayudarte.
Bien ya sabremos algo más cuando nos comamos la próxima mona; nos sabrá mejor, tal vez.
Rosca o Mona tradicional de Pascua
Esta es la rosca que mi madrina Nélida me regalaba envuelta en un mantel de hilo atando de las cuatro puntas. Bajo el roscón mi padrino Pepe (qepd) ponía un billete de veinte duros. Yo me sentía muy afortunado. Aún añoro el olor de aquella rosca y la reconocería entre muchas. Gracias.
La receta
3 huevos
50g de mantequilla ó 75g de aceite
75g de azúcar
75 g de leche,
500 g de harina
70 g de levadura
1 piel de limón rallada
50g de levadura prensada
Esencia de anís
Leche
10g de sal
50g de mantequilla ó 75g de aceite
75g de azúcar
1 piel de limón rallada
50g de levadura prensada
Esencia de anís
Leche
10g de sal
Para la decoración:
Huevos, aceite, huevo batido y azúcar, a veces está recubierta por anisetes de colores.
Elaboración:
Se mezcla la harina, el azúcar, los huevos, la sal, la levadura, la mantequilla o el aceite y la ralladura de limón.
Ir añadiendo leche poco a poco hasta formar una masa homogénea que se despegue de las manos.
Dejar reposar durante 30 minutos.
Hacer un pan redondo, en medio hacer un agujero e irlo agrandando hasta formar una corona.
Se pinta con aceite y se colocan en la masa los huevos.
Se pinta con huevo batido y se espolvorea con azúcar por encima.
Se deja fermentar durante 20 minutos y se hornea 45 minutos a 170º
Ir añadiendo leche poco a poco hasta formar una masa homogénea que se despegue de las manos.
Dejar reposar durante 30 minutos.
Hacer un pan redondo, en medio hacer un agujero e irlo agrandando hasta formar una corona.
Se pinta con aceite y se colocan en la masa los huevos.
Se pinta con huevo batido y se espolvorea con azúcar por encima.
Se deja fermentar durante 20 minutos y se hornea 45 minutos a 170º
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