sábado, 12 de diciembre de 2009

Harry’s Bar vs. Boadas Cocktails




Venecia tiene que visitarse una vez; no sé si hay que repetir.
Leí la bonita historia del nacimiento del Harry’s bar en Venecia, la creación del cóctel Bellini y el carpaccio. Uno tiene varias novelas en el cuerpo y me picaba la curiosidad, quise conocerlo. Giuseppe Cipriani, el fundador, debe de estar bien triste. Sus heredereos se ciscan mucho en la historia gloriosa del abuelo Cipriani.


Verán; en Venecia sigue habiendo un bar que se llama Harry’s. En domingo lo frecuenta una clientela revieja y con pasta; aspecto de rentistas, artista y cantamañanas. Cuando este personal entra, los camareros se arremolinan salpicando reverencias - lo juro -, dando jabón y haciéndole risitas mientras le desmontan el abrigo. Es un espectáculo de pena mora. Pero aquellas momias disfrutan una barbaridad. Se sientan y dizque beben y comen alguna cosa.


Entretanto para nosotros todo el glamour histórico del Harry’s consistió en esto: pedimos un cóctel Harry’s (muy alcohólico y desequilibrado), un prosecco (un vino blanco gaseado servido en copa de bar de carretera) y un bellini (zumo de melocotón de bote misturado con prosecco en un vaso de capacidad ridícula, pero también es verdad que para la calidad de la purrela sobraba la mitad), tapita de aceitunas (revenidas y blandurrias): 42 eurazos.



El precio fue lo único grande que vimos en el mítico bar que se promociona como la coña de la coña en la Internete. Tendrían que obligarle a anunciarse con imagen de pirata de parche y loro, pero estos mendas arriesgaban el pellejo. Los del Harry’s, no; te la meten doblada amparados en la soplapollez de la clientela, la nuestra incluida. El Ministerio Italiano de Cultura le adjudicó en 2001 la distinción de algo así como “marca de interés nacional”. Tiene mondongo la cosa, pero recordemos que esta en el país de Berlusconi y dentro de él, en Venecia, donde todo sablista tiene su asiento. En fin “pa habernos matado” de disgusto.



Me reconcilié con la coctelería al volver a Barcelona. Visité el Boadas. Copas honradas a precios razonables. Un gustazo. Sigue siendo un excelente bar y, aún en hora baja, se pasa a los venecianos por el arco de triunfo.
¡Qué Harry`s ni qué Harry’s! Boadas, por favor.