¿2 personas?
1 Kg de mejillones (pesados con concha)
Salsa de tomate en la cantidad que se desee
Pimentón picante
Pimienta
Albahaca fresca de hoja menuda
Pimienta en grano
Un buen chorro de vino blanco verde (albariño, condado, ribeiro...)
Dos ramas de perejilj picado
Sal
Aceite de oliva
Ponemos una tartera al fuego con dos dedos de agua, el vino, sal al gusto y unos granos de pimienta negra machacados. Mientra hierve, lavamos los mejillones sin quitarles las barbas. Nada más hervir el líquido en la tartera,echamos los mejillones dentro y tapamos. La tartera conviene que sea lo suficientemente amplia como para que quepan comodamente los animales. Tapamos y los dejamos hervir hasta que apenas abren; inmediatamente los retiramos de las conchas cortando la fijación con un cuchillo bien afilado. Los reservamos en un poco del agua de cocción que habremos colado a este propósito. Los vamos despojando de la barba. No importa que estén poco hechos, de eso se trata, se acabarán de hacer en la salsa de tomate. Una vez limpios, los reservamos.
Mientras limpiábamos los mejillones, tuvimos la previsión de dejar a fuego suave la salsa de tomate con pimentón picante y un golpe de pimienta. Se trata de que espese y se concentre habiéndole añadido un poco del agua de cocción de los mejillones.
Probamos y rectificamos el sazonamiento. Ahora añadimos los mejillones, salamos si es necesario y subimos el fuego para que acaben de cocerse, pero, atención, no deben pasarse, si no se acartonará la carne. Si la salsa no espesase y los mejillones estuvieran a punto hay que retirar los mejillones y acabar de hacer la salsa sola. Los mejillones esperarán por ella para ser salseados finalmente en el plato o fuente de servicio. Para acabar, espolvoreamos con una hojas de perejil picado y albahaca fresca y servimos bien caliente.
1 Kg de mejillones (pesados con concha)
Salsa de tomate en la cantidad que se desee
Pimentón picante
Pimienta
Albahaca fresca de hoja menuda
Pimienta en grano
Un buen chorro de vino blanco verde (albariño, condado, ribeiro...)
Dos ramas de perejilj picado
Sal
Aceite de oliva
Ponemos una tartera al fuego con dos dedos de agua, el vino, sal al gusto y unos granos de pimienta negra machacados. Mientra hierve, lavamos los mejillones sin quitarles las barbas. Nada más hervir el líquido en la tartera,echamos los mejillones dentro y tapamos. La tartera conviene que sea lo suficientemente amplia como para que quepan comodamente los animales. Tapamos y los dejamos hervir hasta que apenas abren; inmediatamente los retiramos de las conchas cortando la fijación con un cuchillo bien afilado. Los reservamos en un poco del agua de cocción que habremos colado a este propósito. Los vamos despojando de la barba. No importa que estén poco hechos, de eso se trata, se acabarán de hacer en la salsa de tomate. Una vez limpios, los reservamos.
Mientras limpiábamos los mejillones, tuvimos la previsión de dejar a fuego suave la salsa de tomate con pimentón picante y un golpe de pimienta. Se trata de que espese y se concentre habiéndole añadido un poco del agua de cocción de los mejillones.
Probamos y rectificamos el sazonamiento. Ahora añadimos los mejillones, salamos si es necesario y subimos el fuego para que acaben de cocerse, pero, atención, no deben pasarse, si no se acartonará la carne. Si la salsa no espesase y los mejillones estuvieran a punto hay que retirar los mejillones y acabar de hacer la salsa sola. Los mejillones esperarán por ella para ser salseados finalmente en el plato o fuente de servicio. Para acabar, espolvoreamos con una hojas de perejil picado y albahaca fresca y servimos bien caliente.
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