Día de trabajo, los lunes siempre tienen razón, que dijo no sé quien; poco tiempo para cocinar y necesidad de contrarrestar los excesos del fin de semana.Nos preparamos para cenar una pechuga de pollo al ajillo acompañado por unos grelos cocidos y salteados. Realmente bueno después de una sesión de “spinning” de 50 minutos y una ducha relajante.
2 personas
2 pechugas de pollo cortadas a dados y salpimentado
2 dientes de ajo laminados
2 guindillas (pequeñas)
1 Chorro de vino blanco seco
Sal
Pimienta recién molida
Aceite de oliva
Se retira la carne y se vierte vino para desglasar la sartén. Se va reduciéndose la salsa y mientras el vino va perdiendo el alcohol.
Cuando la salsa ya va espesando, se añade el pollo reservado y se deja cocer todo junto a fuego lento.
Grelos salteados
Los grelos se han de escoger y desechar los amarillentos y duros.
Es necesario lavarlos muy bien, estrujándolos con cierta fuerza aunque sin romperlos.
Se ponen en agua al fuego y cuando levanta el hervor, se saca un tercio del agua y se añade agua limpia, sal y un chorro de aceite. Se continúa la cocción destapados.
Se escurren muy bien.
Es necesario lavarlos muy bien, estrujándolos con cierta fuerza aunque sin romperlos.
Se ponen en agua al fuego y cuando levanta el hervor, se saca un tercio del agua y se añade agua limpia, sal y un chorro de aceite. Se continúa la cocción destapados.
Se escurren muy bien.
Se doran unos ajos en la sartén con una cucharada de aceite. Cuando está bien caliente se echan los grelos y se saltean hasta que adquieran temperatura.
Sirven de guarnición para el pollo cuya salsa añadirá sabor a los grelos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario