De la merluza encarga en la pescadería que te reserven todos los restos de la limpieza del animal a excepción de de agallas, ojos y escamas. Llévate a casa la cabeza, aletas y la punta de la cola. Con estos restos harás un caldo de pescado.
En el fondo de la cazuela pon un chorro de aceite de oliva, saltea los
restos de pescado y las verduras: un trozo de zanahoria, una punta de apio, una
porción de puerro y una chirivía
troceada.
Añade unas ramas de tomillo, una hoja de laurel y unas ramas de perejil.
Termina con unos granos de pimienta y un
chorro de vino blanco. Espera a que el vino evapore el alcohol. Sala.
Cubre ahora con agua en la proporción
de aproximadamente el triple de volumen de lo que tienes el la cazuela.
Dejalo hervir durante media hoja
e infusionar fuera del fuego otra media.
Ya tienes un caldo de pescado, cuélalo
y reserva.
Coge una docena de langostinos y
quítales la cabeza. Échalas a dorar en la cazuela y ve aplástándolas para que
suelten su sustancia. Retíralas cuando comiencen a tostarse, que no lleguen a
quemarse.
En ese mimo aceite ve añadiendo
para dorar los vegetales aromáticos siguientes:
pica media cebolla, un diente de
ajo, medio pimiento verde, algunas de las verduras que has cocido en el caldo y
un tomate. Vete echándolos a la cazuela en el mismo orden y espera que se vaya
dorando. Al final, pon el tomate. Sala.
Entretanto habrás lavado tres
buenos puñados de quinoa y las pondrás en la cazuela. Revuelve y moja con el
caldo de pescado en proporción doble al volumen de quinoa. Hazlo hervir vivo
los primeros cinco minutos y suave el resto, unos quince más. Sala.
Mientras, pela las colas de los
langostinos y los salteas ligeramente en la sartén. Resérvalos.
Seguidamente, unta la sartén con
una pequeña cantidad de aceite y espera que esté bien caliente.
Rodajas de pescado adentro y lo
pasas 3 ó 4 minutos por cada lado, que quede dorado, Añade una una nuez de mantequilla y rocía con el zumo de medio limón y retiramos del
fuego.
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