¾ kg de chocos pequeños, menores que un puño
1 cebolla finamente picada
2 diente de ajo laminado
½ tomate picado
½ pimiento verde picado
Pimienta molida
½ vaso de vino blanco
1 c/postre de pimentón dulce
½ c/postre de pimentón picante
1 sobre de azafrán
Sal
Aceite de oliva
Retiramos la concha de los chocos y los limpiamos de su paquete instentinal, procurando dejarlos tan enteros. Reservamos la tinta.
Hacemos un sofrito con el aceite la cebolla, el pimiento y el ajo. Cuidamos que no se queme y vaya pochando despacio; para que no se queme podemos ir añadiendo un poco de vino. Cuando está la cebolla pochada ponemos el tomate, los dos pimentones y el azafrán. Esperamos que los tomates vayan perdiendo agua.
Ahora incorporamos los chocos con su tinta al sofrito, el vino y la pimienta y un poco de sal.
Dejamos cocer a fuego suave hasta que estén blandos, aproximadamente cuarente minutos.
Antes de servir rectificamos la salsa si fuera necesario.
Martín Sarmiento (1762 e ss):
Las luras y chocos se comen en Galicia guisadas con su misma tinta, y los chocos, por más pequeños, son más regalados y apetitosos. Yo comí esos chocos guisados con su misma tinta, o borro, negrísimo, [256v] y me supieron bien.
A los del pueblo de Redondela, llaman, por mote, choqueros, porque comen muchos chocos. Al contrario, en lo antiguo era proverbio que ya citó Aristophanes: que uno era tan pobre que no tenía para un choco: Ut vilisima etiam loligine egeat.
También a los del país de Deza, en el obispado de Lugo, llaman por mote, choqueiros, aludiendo a los cencerros, o clocas, o chocas, o chocallos pequeños, que traen allí las muchas caballerías que portean el vino. Y de ahí viene el chocallo que usa Guevara por adorno de orejas de mujeres, pues serían como campanillas, o clocas prolongadas, que casi corresponden a los elencos que eran grandes, et oblongi uniones.
Martín Sarmiento (1762 e ss):
Las luras y chocos se comen en Galicia guisadas con su misma tinta, y los chocos, por más pequeños, son más regalados y apetitosos. Yo comí esos chocos guisados con su misma tinta, o borro, negrísimo, [256v] y me supieron bien.
A los del pueblo de Redondela, llaman, por mote, choqueros, porque comen muchos chocos. Al contrario, en lo antiguo era proverbio que ya citó Aristophanes: que uno era tan pobre que no tenía para un choco: Ut vilisima etiam loligine egeat.
También a los del país de Deza, en el obispado de Lugo, llaman por mote, choqueiros, aludiendo a los cencerros, o clocas, o chocas, o chocallos pequeños, que traen allí las muchas caballerías que portean el vino. Y de ahí viene el chocallo que usa Guevara por adorno de orejas de mujeres, pues serían como campanillas, o clocas prolongadas, que casi corresponden a los elencos que eran grandes, et oblongi uniones.
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