La navaja es un molusco lamelibranquio. Vive enterrada en vertical en la arena y se deja coger cuando asoma por su respiradero al echarle unas arenas de sal. Las dos valvas de la navaja son completamente rectas. En Galicia las diferenciamos de otro tipo cuyas conchas tienen una ligera curva, que se le decimos “longueirón”. En ocasiones se les denomina “longueirón” o “navaja” indistintamente; también se les tira por “carallote” o “lingueirón”. Tales denominaciones son metáfora formal del sexo másculino, por ej. “¡Aí che vai esa cuarta de longueirón!”, “Levou na crica co longueirón” o “¡Miña naiciña querida, aquilo era moito longueiron de Noso Señor!
Entre los científicos, la navaja recibe en nombre científico de “Ensis enssi”y el longueirón es el “Ensis siliqua”
Resultan deliciosas las najavas abiertas a la plancha con unas gotas de limón, sin que las molesta el ajo o el perejil de otras preparaciones.
Necesitamos unas navajas fresquísimas que no tengan arena. Nos estragararía el placer de saborearlas porque cuando tienen arena, tienen mucha.
Si sospechamos que no están limpias, las dejaremos 24 ó 36 horas en agua de mar limpia o en agua mineral muy salada para que dejen ir la tierra.
En la plancha bien caliente con un aire de aceite ponemos las navajas encima, nada más abrir un poco las regamos con un chorrito de aceite de oliva y las retiramos inmediatamente casi crudas.
Esto es muy importante, si las pasamos demasiado, lo que sería delicioso lo transformamos en una vulgaridad con sabor de plancha.
Rociamos con limón y comemos.
Si no estuvieran bien de sal podríamos poner unas arenas de sal gruesa.
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