Si asaste alguna carne y te sobró, por ejemplo costillar de ternera u otra, en el
fondo de la bandeja se tuvo que concentrar una salsa que, fría, gelatinizó. Este consumado, vamos a aprovecharlo para darle sabor a un combinado de macarrones
La gelatina, recógela en un cuenco. Corta la costilla en trozos menudos desprovistos de grasa. Con cierta cantidad de aquella gelatina llévala a una sartén amplia y calienta a fuego lento. Añádele pimiento en juliana, un calabacín a tiras y un poquito de apio en bastones. Que todo se vaya ablandando a fuego suave. Soltarán agua las verduras. Que se armonice todo junto.
La gelatina, recógela en un cuenco. Corta la costilla en trozos menudos desprovistos de grasa. Con cierta cantidad de aquella gelatina llévala a una sartén amplia y calienta a fuego lento. Añádele pimiento en juliana, un calabacín a tiras y un poquito de apio en bastones. Que todo se vaya ablandando a fuego suave. Soltarán agua las verduras. Que se armonice todo junto.
Mientras tanto cuece una buena pasta en agua con sal. Al
estar cocida pero consistente, añádela escurrida a la sartén.
Súmale ahora a la fiesta dos o tres buenos puñados de lechuga troceada y remueve para que se integre. Desbravada la lechuga, ralla queso y vuelve a darle vueltas al asunto dos o tres veces para que la pasta se convenza de su destino y acabe de adoptar los sabores desprendidos del conjunto.
Más queso y a la mesa emplatado
Súmale ahora a la fiesta dos o tres buenos puñados de lechuga troceada y remueve para que se integre. Desbravada la lechuga, ralla queso y vuelve a darle vueltas al asunto dos o tres veces para que la pasta se convenza de su destino y acabe de adoptar los sabores desprendidos del conjunto.
Más queso y a la mesa emplatado
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