lunes, 22 de octubre de 2018

Ensalada de sandía y "bacon"


Laminas, muy fina, la cantidad de cebolla que te apetezca y la obligas a perder el bravío dejándola sumergida en agua con unas gotas de vinagre durante diez minutos.
Continúas con la preparación y, pasados, escurres y reservas.
Si no lo tienes tostado, tuestas un puñadito de sésamo : a la sartén caliente y movimiento continuo. Si paras, se quema. Torrado, reservas.
Pones una sartén al fuego con un chorro de aceite de oliva y echas a churruscar unas cuantas tiras de “bacon” o tocineta de la mejor calidad cortada en lardones finos.
Te preocupas de ir drenándole la grasa que suelten para que,  con calma,  se vaya quedando crujiente.
Mientras tanto cortas la sandía que apetezcas en cubos de un tamaño razonable: ni muy grandes ni muy pequeños (a veces, me besaría por lo preciso que soy…).
Los pasas a la ensaladera que será la mejor y más bonita que tengas, por aquello de disfrutar la vajilla como parte fundamental del placer de comer.
No desatiendas los lardones. Torrados y crujientes, les escurres la grasa y los reservas.
Picas abundantes cebollino y albahaca.
Aliñas incorporándole a la sandía por este orden: sal, AOVE, la cebolla escurrida y las hierbas picadas. Remueves y añades la panceta y el sésamo. Dejas reposar diez minutos y sirves.
La sandía soltará mucha agua: Escúrrela de la ensaladera antes de llevarla a la mesa; pero no la tires: bébela; es deliciosa.

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