Vas a
hacer una ensalada de patata, dos o tres
por persona, depende del tamaño, habiéndolas dejado reposar en la nevera
unas veinticuatro horas después de cocidas con piel en agua con
sal.
O te han sobrado de otra preparación y las vas a reciclar…
Las
dejamos enfriar y van al frigo.
Así
conseguimos que nos proporcione almidón resistente de cuyos beneficios te puedes informar en este enlace. Se trata de comer sano pero con sabrosura.
Bien, vamos allá: pelamos los tubérculos si fuera necesario y, si son grandes -lo ideal es que fueran
pequeños pero la vida no es perfecta- los troceas a tu gusto y los pones en la
ensaladera más bonita que tengas.
En la
sartén que estará esperando bien caliente dejarás caer unas gotas de aceite de oliva e inmediatamente empezarás a
churrascar unos lardones finos de buen
“bacon” ahumado o natural. Irás retirándole la grasa para que vaya quedando
crujiente.
Mientras
tanto, sazonarás las patatas haciéndoles caer sobre ellas un chorro de AOVE, sal marina,
pimienta negra recién molida, zumo y piel rallada de limón , unas cucharadas de
yogurt griego natural, mostaza a la antigua y abundante picadura de menta y
cebollino. Remueves.
Sobre el
sazonado anterior asientas el bacon crujiente y, si has conseguido ralladura de pan integral de verdad,
tuesta una pequeña cantidad en la sartén y se lo añades al conjunto.
Parada del bus
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