Todas las casas deberían tener pescadera/o de cabecera como tenemos médico
asignado. Quiero decir que es fundamental tener una persona de confianza que
nos suministre, en este caso, pescado. Recomiendo cultivar estas relaciones por
el bien de nuestra salud y el placer de nuestro paladar.
Pues bien, a esa pescantina de
cabecera se le compran caballas
(verdel, rinchas, barat…) fresquísima. Nos las deccapita y eviscera, reservando
los sacos de huevas de aquellas que
las contengan.
Las libera de la espina central. En
casa las dejamos escurrir habiéndolas
salado con sal marina gruesa.
A cocinar.
En agua salada se hierven las huevas durante unos cinco minutos. Se retiran
y se dejan enfriar hasta el momento de aliñarlas.
Calentamos la plancha a todo calor. Echamos sobre ella un chorrillo de aceite y asamos los peces primero por
el lado de la piel. Se voltean en unos tres o cuatro minutos y se pasan durante
otros tres. Deben quedar bien hechos pero no secos.
Mientras tanto abrimos los sacos de las huevas (v. fotos) y las aliñamos
con sal marina gruesa, pimentón dulce y
picante en la proporción que nos guste y aceite de oliva virgen extra.
Aliñamos una lechuga con un par
de corte de cebolla.
Emplatamos la caballa, la guarnecemos de limón y regamos con un chorro de aceite y lo llevamos todo a la
mesa.
Acompañamos con una copa de vino tinto. Bueno... o blanco.
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